viernes, 7 de abril de 2017

¿Quién y por qué creó la Guardia de Asalto en la II República?



La II República comenzó con graves problemas de orden público como huelgas o quema de iglesias. Para dar respuesta, el Gobierno se planteó la creación de una policía preparada para intervenir en la ciudad y no utilizar así la Guardia Civil, más apropiada para las zonas agrarias. Fue la Guardia de Asalto, germen de la futura Policía Nacional que nació tras la Guerra Civil con la denominación de Policía Armada.
El encargado de crear el nuevo cuerpo fue Miguel Maura, entonces ministro de Gobernación del primer gobierno de la República previo a la aprobación de la Constitución de 1931. Según él mismo cuenta en sus memorias ‘Así cayó Alfonso XIII…‘, los sucesos del 11 y 12 de mayo de 1931 (la quema de iglesias y conventos) hizo evidente la imposibilidad de guardar el orden público con la Guardia Civil.
Los guardias civiles no tenían el armamento adecuado. Sólo contaban con un fusil mauser. Su uniforme, su rígida disciplina les hacía difícil adaptarse a la lucha callejera por lo que cada vez que se les ocurrió intervenir el número de bajas era muy elevado. Aplicaban el reglamento: tres tiros de atención y a partir de ahí fuego a discreción. Las carnicerías eran frecuentes.
Ante ello, Maura junto a Antonio Galarza plantearon la creación de un cuerpo de policía armada al que desde el principio se le acordó llamar Guardia de Asalto. El encargado de organizarla fue el teniente coronel Muñoz Grandes, que siguió a su frente hasta 1935, una década después mandaría la División Azul y luego sería ministro de la Guerra durante la dictadura.
En menos de tres meses la estructura del nuevo cuerpo estaba listo. Una tropa uniformada, seleccionada y disciplinada. Su reglamento era muy rígido, no sólo en cuestiones de disciplina, sino también en las condiciones requeridas para el ingreso. Algunos de estos requisitos recuerdan a los demandados para cuerpos paramilitares comunes en la época en otros países europeos.

Así, el guardia de asalto tenía que medir al menos un metro y ochenta centímetros con una constitución física “excepcional”, en palabras de Maura. El candidato con la menor tara física “era rechazado sin piedad”. Su entrenamiento era intensivo. La organización de cuarteles, uniformes, armamento, material rodado y demás fue improvisado. Maura no tiene más que palabras de alabanza para la tarea de Muñoz Grandes, quien apenas unos años después dio un giro ideológico llamativo. En este sentido, hay quien le reprocha su tardanza a unirse al alzamiento del 18 de julio de 1936.
El resultado fue que la labor de creación se inició a fines de mayo y el 14 de octubre el cuerpo contaba ya con 800 miembros preparados para la acción, armados con porras y pistolas como armamento normal con material móvil que permitía acudir con rapidez a los puntos en los que se presentara una crisis. 
Durante el golpe de estado su fidelidad y actuación fue fundamental en muchos sitios para que fracasase. No obstante, la Guardia de Asalto fue fusionado, por decreto del 27 de diciembre de 1936 con la Guardia Nacional Republicana para formar el nuevo Cuerpo de Seguridad Interior, aunque éste siguió manteniendo unas unidades de asalto y vanguardia que actuaron en operaciones militares.
Durante el alzamiento militar, el bloque de la Guardia de Asalto permaneció fiel al Gobierno de la República aunque guarniciones como las de Zaragoza y Valladolid, donde triunfó el golpe, también se sublevaron.

Mientras duró la guerra, estos guardia se distinguieron como una infantería fiable a la que la República siempre confiaba operaciones delicadas, como la supresión de los sucesos de Barcelona de mayo de 1937 (la purga de los anarquistas y trostkistas) o la toma de Belchite. Con el tiempo se convirtió en la élite del nuevo ejército republicano. 
El golpe de gracia fue contemporáneo al final de la guerra. Franco disolvió el Cuerpo de Seguridad Interior en marzo de 1940. Al mismo tiempo hizo desaparecer el Cuerpo de Carabineros integrándolo en la Guardia Civil. Los pocos miembros de la Guardia de Asalto que superaron los expedientes de depuración se integraron en la recién creada Policía Armada.



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